Una comida muy tradicional es el pan de muerto (foto). Es un pan redondo, con una esfera de masa encima que representa el cráneo del muerto. Tiritas de masa forman los dedos huesos del muerto.
La flor tradicional del día de los muertos se llama por su nombre azteca, cempasúchil. Esta flor de muerto es de color anaranjado, y se vende por todas partes en el mes de octubre. Se usa para decorar las tumbas, las ofrendas, y para

hacer un sendero hacía la ofrenda
(foto arriba) para que el difunto pueda encontrarla.
La ofrenda normalmente se dedica a una persona, o unas personas, que se han muerto. En la foto hay una ofrenda dedicada a Vanessa, una estudiante de CBTa 154 que se murió la primavera pasada.

Los estudiantes de la escuela pusieron velas, y comida típica como mole, tamales, y fruta (naranjas, caña de
azúcar, manzanas, limones y jícama) para conmemorar su vida. Papel picado también sirvió como decoración, junto con las flores de cempasúchil y magenta terciopelo.
Muy cerca a Cuernavaca está el puebla de Ocotepec. Ocotepec tiene una tradición muy especial: la noche del primero de

noviembre cada familia que tiene un difunto del presente año hace "ofrenda nueva" para celebrar el muerto. Invitan a toda la comunidad venir a ver la ofrenda, dejar una vela, y comer algo que ha preparado la

familia. Yo fui con unos amigos, y ¡qué bonito era! Cada familia tenía un letrero de bienvenido para el difunto (foto), y visitaron cientos y cientos de personas cada nueva ofrenda. Caminos de cempasúchil nos guiaban hacía la ofrenda nueva (foto), donde había una foto del difunto, y un conjunto de su ropa encima de la ofrenda. En cada ofrenda había una calavera de azúcar puesta con la ropa para simbolizar la cabeza.
El 2 de noviembre van todas las familias al cementerio, o panteón, para poner más flores, velas, y decoraciones en las tumbas. También llevan comida y comen al lado de la tumba (como los niños en la foto), hablando del difunto y recordando su vida.
En el cementerio de Ocotopec, había una banda que tocaba música, y un cura celebró la misa al mediodía. No era como un cementerio de los EE.UU., silente y vacío de gente viva. El 2 de noviembre, los cementerios aquí en México están vivos con gente que se reúne para recordar sus difuntos y celebrar sus vidas.